No será nunca raro el concepto que grandes viajeros han expuesto en relación con la belleza de la bahía de santa mata para considerarla como la más hermosa y tranquila de todos los puertos colombianos, sino también como la mas poética y maravillosa de cuantas existen en los litorales australes, tienen razón quienes así han pensado, porque esta bahía fantástica formada por dos cadenas de colinas, estribaciones de la sierra nevada, que penetran en el mar bifurcadas por el norte y por el sur curvándose en forma de paréntesis a regular distancias de la orilla y como si sus extremos occidentales hubiesen intentado tocarse en el poniente, surge en medio de ellas el morro, como un gran farallón solitario y avanzado que constituye un símbolo de centinela, convirtiéndose en el ciclope nocturno bajo la intermitencia de la pupila luminosa de su faro.
Esos mismos detalles le dan a nuestra dada apariencia inigualable de un ojo gigantesco con parpados rocosos de amarillentos cerros en cuyas lagrimas es distante de occidente se hubiese paralizado la pupila enorme del morro cansado de avisar el horizonte y el recibir las caricias suaves o acidas de las tormentas o oleajes.
Además sus aguas tranquilas, profundas y casi azules como su cielo, en la cuales acumulan un variedad de peces, delicia nutritiva de sus moradores o turistas.
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